CAPITULO 18 NO HAY BOLETO DE VUELTA

Estaba pasando por días muy calurosos pero de pronto, nubes oscuras y empezaba la lluvia, con ella, el bochorno, las noches calientes que hacían que un abanico pequeño me acompañara en mi cuarto.

A mis 39 años tuve consulta con el médico ginecólogo del hospital, ya me habían programado la cita, el médico revisó primero mis análisis de sangre, luego el chequeo general, me senté nuevamente en la silla para escucharlo decir que unos de los exámenes estaba muy alterado, que había que operar y quitar el útero en 6 meses, pues esto se podía convertir en un futuro en cáncer de útero, yo lo comprendí completamente, me dispuse a hacer todo lo que me dijo, me dio una cita para 6 meses después.

Yo me sentía tranquila, en ningún momento tuve temor porque era lo mejor. Llegué a la cita sin pensarlo, sin haber reflexionado lo que iba a implicar en mi cuerpo y mis sentimientos, me chequearon nuevamente y me indicaron la fecha de la cirugía.

Me interné en el salón de ginecología, al día siguiente ya me estaban operando, sentí un alivio porque ya se me quitarían muchas cosas hormonales por las que pasamos las mujeres, pero de pronto, choqué contra pared, pues caí en razón de que ya mi cuerpo no las produciría más, luego de que me lo dijeron y pensarlo estando sola, analizando en mi mente, me di cuenta de que YA NO podría ser mamá.

Eso me dolió como si pasara por una pérdida. Tal vez nunca quisimos tener hijos pero al estar viviéndolo es otro pensamiento. Gracias a Dios y después de vivir todo un duelo, lo superamos.

Llegué a cumplir mis 40 años, me sentía una mujer plena a pesar de todo lo que me ocurrió, hay muchas que le temen a la edad, no se les puede mencionar, por dicha yo no tenía ese pensamiento, me hubiera hundido más si mi cabeza hubiera estado llena de estereotipos. En ese momento era lo que menos me importaba.