CAPITULO 1 Cansada de estar cansada.

Aquí empezó la primer gran crisis de mí vida, sin notarlo, perdí todo lo que había construido en muchos años y no me importaba nada, de verdad que estaba sumergida en una depresión donde no veía luz.

Fue mi primer tentativa de suicidio que tuve y el arma fue con una navaja, traté de pensar que iba a hacer, incluso antes de salir de mi trabajo, porque ya no aguantaba más. Fui a buscar a mi médico tratante, hable con ella, le dije que lo único que quería eran unos días de descanso pero no entendió y me envió a la casa con mucha sutileza a descansar y luego a trabajar.


Que irónico, unos segundos y hubiera terminado todo diferente pero no fue así, esperaba más apoyo pues no tenía  fortaleza alguna, unos piensan de una manera y otros de otra. Primer desorden de mi mente, fue una explosión de muchos años de temor y cansancio que me ahogaba más y más en ella.


Al momento de llegar a la casa me visitó lucía, una de mis 7 hermanas, somos una familia grande, mi madre tuvo 13 hijos, yo soy la última, me preguntó como me sentía, por mi semblante, le contesté que bien, que no pasaba nada, ella se dirigió a la cocina y comió un poco, mientras yo buscaba sin que se diera cuenta, el arma punzo cortante que utilizaría para hacerme daño, antes de irse me volvió a preguntar si estaba bien y le respondí lo mismo.


Me dirigí al cuarto a tomarme una mezcla de pastillas, de las que me habían  indicado para poder dormir, porque presentaba un cuadro de insomnio crónico (más adelante hablaremos de esto) teniendo mis pastillas empecé a ingerirlas, todas las que pude, fueron unas 20!


Ya encontré la navaja, que estaba bien escondida, porque se usa en casos especiales, no precisamente para esto! me apresure muy agitada y ansiosa, a introducirla en mi abdomen, en ese momento había voces en mi mente que decían hazlo!!! sin importarme nada! 


Así fue como en un instante, mi vida dio un giro inesperado, introduje el cuchillo hasta un punto que aunque me doliera lo único que quería era una herida profunda y lo hice varias veces, luego me acosté en la cama, en una posición fetal, no sentía dolor físico pero en ese momento lloraba, un llanto desgarrador con una tristeza tan profunda, que salían lágrimas de mis ojos por ya no tener fuerzas para seguir luchando con todo lo que venía acumulando.

Alrededor de 1 hora que me encontraba en la cama, llegó mi esposo, Alberto, con unas piezas de pollo frito, porque sabía que me gustaban mucho, mientras preparaba la mesa y me hablaba de lo que había sucedido en el día de trabajo, llegó a la habitación a saludarme y cambiarse de ropa.


Se dio cuenta de que algo no andaba bien, sospechó sobre mi estado al acercarse a besarme, notó la sangre en mi ropa, le dije que todo estaba bien, pero también vio los sobres de los medicamentos en el basurero, reaccionó de forma asustada y a la vez triste, de ver por primera vez, lo que me había hecho yo misma, preguntando porque lo hiciste, por que lo hiciste!!! con llanto, tengo que llevarte al hospital! me dijo, sin yo poder responder, lo único que me acuerdo es que él me alzó y me llevó al carro hacia el hospital.

Me pasaron de emergencia, rompieron mi ropa para ver cuan profunda era a la herida y si había tocado algún órgano, pero no hubo daño, me suturaron y me hicieron un lavado gástrico por la intoxicación de los medicamentos, nunca me habían hecho ese procedimiento y es horrible, te meten una manguera por la nariz, sin anestesia y llega al estómago para sacar el contenido, sientes que no puedes respirar, te dan ganas de vomitar, raspando la garganta, meten por el tubo un polvo negro que le llaman carbón, para que lo que tomé, no se absorba más.

Yo estaba como espectadora viendo todo lo que hacían y mi mente estaba como en blanco, pero nunca olvidaré esa sonda en la nariz. Pensé que me iban a dar de alta, después de varias horas de estar en ese lugar, pero mi sorpresa fue que más bien, me iban a internar, en una parte del hospital que se llama: PSIQUIATRÍA.

Pasé la noche esperando que me llevaran al salón de psiquiatría, alberto me ayudó a cambiarme de ropa, por la bata de hospital color azul y me acostaron en una camilla hasta el amanecer, con mi esposo a mí lado. En ese lapso de tiempo yo dormía profundo y por ratos despertaba y volvía a dormir, consecuencia de todos los medicamentos que había ingerido.


En la mañana llegó la especialista en psiquiatría para una revaloración, con sólo ver que provoque la herida, ordenó que me llevaran lo más pronto posible a internamiento en el salón, después me dí cuenta que lo primero que pensaron era en el intento de suicidio, ahí me recibió otro personal con enfermeros y médicos, mientras me pesaban y hacían preguntas, ya mi esposo estaba afuera en la estación de enfermería, llevando mis pertenencias, la enfermera le explicaba el sistema de visitas, horarios de llamadas y reglamento estricto.

Cuando entré a ese lugar,  fue cuando realmente me asusté, porque nunca pensé llegar a ese estado, donde tuviera que compartir con otras mujeres, con padecimientos mentales de todo tipo, pero compartiendo lo mismo, estar encerradas, me despedí de mi esposo y me prometió visitarme, pero podría hacerlo hasta después de tres días porque así son las normas de ese servicio, no permitían ninguna comunicación como celular o tabletas, ni radios, ni audífonos, ni aretes, ni cordones en los zapatos, ni brasieres, nada de vidrio y por supuesto prohibidos los espejos, sólo lo esencial como cepillo y pasta de dientes, papel higiénico y paño.




Comentarios

  1. Muy interesante estos temas , gracias por compartir

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  2. Muchas felicidades, por este blog quienes padecemos lo mismo es una buena forma de respirar

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    1. Muchas gracias por leer el blog y entender de que se trata, el proposito precisamemte es ayudar a personas con padecimientos similares y me siento complacida de haber conectado con la verdadera realidad.

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    2. Espero que sigas leyendo mis historias y pronto publicaré más capítulos.

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